jueves, 15 de julio de 2010


Hay placer en los bosques sin senderos;


Hay éxtasis en una costa solitaria;


Está la sociedad donde nadie se inmiscuye,


Por el océano profundo y la música con su rugido


No amo menos al hombre, pero si más a la naturaleza…




Christopher McCandless dejó su familia, sus ahorros, posesiones e identidad para lanzarse al mundo solo. Tenía la vaga misión espiritual de renacer con un nuevo y auténtico ser. Su norte fue Alaska, como reducto último para anacoretas naturistas, lejos de la civilización de la que quería escapar.


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